La norma establece que cada DNU sea tratado en un plazo máximo de 90 días y dispone que con el rechazo de una sola cámara quedarán sin efecto. También prohíbe al Ejecutivo volver a dictar decretos de contenido similar durante un año y habilita a ambas cámaras a ocuparse de su tratamiento incluso en período de receso. Como si fuera a medida del gobierno el texto prohíbe los DNU omnibus como el 70/2023. La iniciativa alcanza tanto a los DNU como a los decretos delegados, como los que recientemente fueron anulados por el Congreso.
El eje argumental del debate fue el abuso del Gobierno con los decretos. Martín Lousteau defendió la modificación de la ley porque, dijo, “da un poder excesivo al Presidente”. Y ejemplificó: “Con la Ley 26.122, por ejemplo, se puede dictar un decreto delegado como el de Patricia Bullrich, el 383, que crea la posibilidad para la Policía Federal de hacer inteligencia y se autoexcluye del control democrático. El tema no es si hay autoridad o no, el tema es si el poder es ilimitado o excesivo”. En la misma línea, el correntino Camau Espínola afirmó que se trataba de “un acto de responsabilidad institucional y democrática frente a una distorsión de la norma que ha debilitado año a año a la Constitución”.
Para el cierre, Anabel Fernández Sagasti subrayó: “El Poder Ejecutivo de Milei, como ningún otro desde la reforma de 1994, se arrogó facultades legislativas y una reforma constitucional de hecho. Desde ese momento, la Argentina cayó por un tobogán de descenso institucional que parece no tener piso”. Por el oficialismo, el jefe de la bancada libertaria, Ezequiel Atauche, replicó: “Este Senado tiene la intención de quitarle herramientas constitucionales al Presidente. Lo hacen en un gobierno que tiene minorías parlamentarias muy graves y, a diferencia de todos los anteriores, dialoga”.