Con este argumento, y las normativas de ética pública y patrimonio que son claras sobre el uso de los bienes resguardados en los museos, por más que sea el mismo presidente de la Nación, el sable sanmartiniano no abandonó el Museo Histórico Nacional. La misma disputa, mucho más pública, ya que todo esto fue entre bambalinas, se da con la custodia del sable corvo entre el Museo y el Regimiento de Granaderos a Caballo, que lo reclama.
Esa situación, junto con presentar una tarea museográfica y una visión histórica opuesta al relato farsante de la Argentina oligárquica potencia mundial que, sin que nadie se ría, esgrime Javier Milei incluso en foros internacionales, puede ser la verdadera razón de la expulsión del director del MHN, el historiador Gabriel Di Meglio. También, seguramente, influyó la resistencia de las áreas que se ocupan de la preservación del patrimonio histórico a despedir trabajadores, que es el mantra que atraviesa todo el gobierno “libertario” a partir del “innegociable” déficit cero, junto al permanente reclamo por el presupuesto de la institución.
No es, por supuesto, la mayor afrenta a la dignidad nacional que hizo ni que hará este gobierno que no merece ni llamarse cipayo, soldados indios al servicio del imperio británico que, por lo menos, arriesgaban sus vidas, pero sí una de las más simbólicas y, como es costumbre en Milei, insultantes a la memoria de los patriotas de la independencia.